top of page

Cómo llegué hasta aquí

Me llamo Claudia Aponte, tengo 29 años, soy de Asunción, Paraguay.

Cuando era chiquita, con 4 o 5 años, me acuerdo que jugaba con mi

padre y mi hermano a pasarnos un balón de baloncesto y yo tenía

miedo del balón, cuando me daban un pase estiraba los brazos para

protegerme. No sé porque tenía tanto miedo al balón, lo cierto es que

con 6 años mi padre me llevó a practicar con mi hermano. Al principio

no me gustó nada, no quería ir porque me perdía todos los cumples

del cole, mi padre no me dejaba faltar a entrenar nunca. Aprendí lo

básico, hacíamos mucho bote y tiro con mi entrenador, al que

llamábamos Pantera. A medida que pasaba el tiempo yo empecé a

pasarlo mejor y a hacer amigos. Con 10 años me convocaron a

participar en un torneo de minibasket que se realizaba en Brasil. Eran

como unos juegos escolares, viajamos varias jugadoras de equipos

diferentes del país. Viajamos durante casi 24 horas en bus hasta

Brasil y allí dormíamos en bungalows. En este viaje me empezó a

gustar de verdad esto de jugar.


Seguí entrenando, me gustaba mucho tirar a canasta, de hecho, era

casi lo único que hacía... tirar. Era lo que me pedía Pantera, cuando

jugábamos me acuerdo que pasaba el medio el campo y escuchaba

que me gritaba: “tu tiro!” y yo le hacía caso... Me comenzó a gustar

mucho el fútbol, pero recuerdo que mi padre me decía que mi deporte

era el baloncesto. En el cole empezamos un grupo de mi edad a

entrenar a fútbol y a viajar a torneos de la copa Fox Kids, eran una

pasada. Pero yo no fui a ninguno porque mi padre me decía que no

podía, que tenía que entrenar mi deporte. Mi padre siempre me

inculcó la disciplina y el compromiso.


Y así pasábamos mi hermano y yo todas las tardes de la semana en el

club Felix Pérez de Asunción. Horas y horas jugando con niñas y

niños, no sólo jugabámos a basket, ahí se jugaba de todo. También se

hacían barbacoas y se juntaban los padres y nosotros los niños, era

todo muy familiar, los disfrutábamos mucho.


Cuando tenía 12 años comencé a ir con la selección. Mi primer torneo

fue en Bolivia, era un sudamericano sub 18. Todas mis compañeras

tenían menos edad, pero yo era la más pequeña. Perdimos de paliza

todos y cada uno de los partidos que jugamos. A partir de aquí, la

confederación de basket de Paraguay empezó a hacer caso a mi

generación. Decían que harían un operativo con nosotras porque

teníamos un futuro prometedor. Y después de mucho trabajo, entrenos

eternos, madrugones, concentraciones… vinieron torneos donde

conseguimos medallas de bronce, plata y oro, y hasta una

clasificación a un panamericano sub 18 en Estados Unidos. Todos

estos fueron logros importantes y poco habituales para un país como

el nuestro. Gracias a la selección conocí países como Venezuela,

Argentina, Estados Unidos, Chile, Ecuador… 


Con 15 años, yo era una niña que vivía por y para el baloncesto. En

plena adolescencia estaba enamorada de este deporte. Seguía los

pasos de una referente de mi país, una chica de 20 años que se

llamaba Paola Ferrari. Ella acababa de marcharse a España para

jugar en un equipo profesional de la liga 2, en Santiago de

Compostela. Me ayudó a contactar con las personas que le habían

llevado hasta allí, para ver la posibilidad de poder hacer lo mismo. En

pocas semanas, estas personas, Fran y Nico para ser más exactos, se

pasaron por mi ciudad en Asunción, aprovechando que estaban en

Brasil viendo el mundial femenino, y me vieron jugar. En cosa de una

semana yo tenía un contrato de 5 años y un billete para ir a España.

Mi madre a todo esto, y como es lógico, se negó a dejarme ir, cómo

me iba a marchar con 15 años de casa y encima a Europa, a otro

mundo. Para ella era una locura, y un no rotundo, pero mi espíritu

rebelde de niña de 15 años y un sueño que cumplir lo tenía muy claro.

Entonces mi madre no tuvo otra que ceder y dejarme marchar. Y mi

padre, aunque le causaba tristeza que me marche, no se oponía,

quizá porque fue el que siempre me apoyó y me impulsó a entrenar y

perseverar en busca de este sueño.


Así empezó mi aventura, que perdura hoy con 29 años. Pasaron casi

14 años y aquí estamos. Contaré la historia por partes, para poder dar

más detalles sobre todas las etapas que he vivido hasta el día de hoy

con el baloncesto, deporte del que sigo enamorada. Sé que gracias al

basket hoy soy quien soy, y en gran parte por lo que hoy estoy aquí.


C. Aponte López.

80 visualizaciones0 comentarios

Entradas recientes

Ver todo

Vivir del baloncesto en España

Puedes vivir del baloncesto en España? La gente se pregunta si esta profesión te aporta los recursos económicos suficientes para dedicarte únicamente a ser jugadora. La respuesta es que en España sólo

bottom of page